CUSCO. El pasado 13 de diciembre, en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Diversidad Biológica (COP15), la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) admitió a dos Áreas Naturales Protegidas (ANP) del Perú en la Lista Verde de su Programa Global de Áreas Protegidas. Estas son la Reserva Comunal Machiguenga y el Santuario Nacional Megantoni. Se trata de un gran logro que reconoce los altos estándares de conservación ambiental.

“Su importancia radica en el desarrollo territorial con participación indígena”, señaló Marco Arenas Aspilcueta, responsable de Gestión Participativa del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp) en comunicado de la entidad al resaltar el valor de ambas ANP. Estos espacios son parte del paisaje Megantoni y de la zona núcleo de la Reserva de Biosfera Aviveri Vraem.

¿Por qué las dos ANP fueron agregadas a la Lista Verde de la UICN?

En reconocimiento a la buena gestión de servicios ecosistémicos de manera sostenible, preservando así la biodiversidad de la flora y fauna silvestre. En este caso se da dentro de la Zona Núcleo de la Reserva de Biósfera Aviveri Vraem, entre las regiones Junín y Cusco. Esta, se halla integrada por el Parque Nacional Otishi, el Santuario Nacional Megantoni y las Reservas Comunales Machiguenga y Ashaninka.

Para indagar más sobre las claves de este reconocimiento, conversamos con Héctor Kaibi, presidente del Ejecutor de Contrato de Administración de la Reserva Comunal Machiguenga (ECA Maeni). Él nos explica cómo abordan desde esta ANP los criterios de conservación de la naturaleza de manera sostenible económica, social y ambiental en el Cusco. También nos advierte sobre nuevos (o mejor dicho antiguos) retos a resolver en este espacio protegido.

Respecto a la adición de la RC Machiguenga a la Lista Verde de la UICN, Kaibi dijo que es producto de un largo proceso: “Un año y medio hemos estado luchando para que pueda incluir a la Reserva Comunal Machiguenga en la Lista Verde. Durante este tiempo se promovieron talleres participativos entre las personas que allí viven y otras actividades”, especificó.

Citó que se necesita la organización de las comunidades que viven allí para estar protegidas y protegidos ante amenazas ambientales y sociales: “Lo que nosotros queremos como pueblos indígenas y de acuerdo a la situación actual que está atravesando el país es fortalecernos como Reserva Comunal. Capacitaciones que nos ayuden a organizarnos y conocer todos los derechos indígenas que tenemos que defender”. Destacó la importancia de haber creado esta reserva para cuidar su flora y fauna, así como a la población indígena que comprende cuatro etnias: Machiguenga, Ashaninka, Kaquinte y Yine-Yami. Kaibi pertenece a la primera de ellas.

¿Cómo se lleva a cabo el desarrollo territorial con participación indígena?

Afirma que con varios proyectos lucharon por años para que sea asertivo desde las federaciones que se asentaron en la reserva. Por ello, hizo un breve recuento de la historia de esta ANP. “En 2006 se reconoció la Reserva Comunal y en 2009 se firmó el documento con el Estado peruano. Hay tres federaciones en la reserva y alrededor de ella hay 14 comunidades. Hemos sido asesores para planes de vida de comunidades indígena. Hicimos dos virtuales en tiempos de pandemia, lo cual nos costó bastante, pero cumplimos con el protocolo que hay con las comunidades y el Estado. Estos planes de vida ya tienen validación municipal y regional. Nosotros apoyamos para sistematizar estos procesos”, explicó. A ello se añaden proyectos de desarrollo sostenible como la reforestación de bosques. Recordó que se han iniciado proyectos de reforestación con niños de la etnia Yiné, por ejemplo. “Estamos ya en segunda etapa y ya tenemos cinco hectáreas reforestadas”, reveló.

Además, al mencionar estas actividades sostenibles, de las que se desprenden incentivos económicos para las comunidades, Kaibi analizó otros servicios ecosistémicos que se pueden aprovechar en la reserva comunal: Los semilleros van a reforestar en su propia comunidad también. Además, en la reserva hay comunidades que trabajan con el aprovechamiento directo, por ejemplo, de la semilla de caoba.

«Con reforestarlas se hacen viveros y también se pueden ofrecer para su venta. También se ve el aprovechamiento directo con proyectos como piscigranjas, donde podemos ver resultados: algunas comunidades ya están comercializando sus productos”, concluye. Estos datos son un importante indicador sobre la buena gestión participativa y sostenible que tiene esta ANP, por lo cual fue agregada a la Lista Verde del Programa Global de Áreas Protegidas de la UICN.

Sobre las amenazas, Kaibi percibe que se dan a través de necesidades específicas. Estas son, por ejemplo, atención a las consecuencias del derrame de gas líquido de la empresa Transportadora de Gas del Perú (TGP) del 2016. “Como pueblos indígenas reclamamos nuestros derechos. Puede haber sido un descuido de la empresa, pero los peces empezaron a morirse, el agua se contaminó y nuestra salud se perjudicó. Tenemos que hacer respetar a todas las personas de las comunidades de la reserva. Nosotros hemos metido punche para que se haga la investigación necesaria”, refirió.

Cuando le preguntamos qué más resaltaría de la reserva, respondió que sus habitantes son conservacionistas ambientales. Para seguir con ello, Kaibi refiere que necesitan fortalecimiento urgente para su equipo directivo y también para las comunidades. “Necesitamos más presencia del Estado, y más equipos para hacer nuestro trabajo. Somos portavoces para que nadie ingrese y atropelle a nuestros paisanos indígenas. Necesitamos comunicación directa mediante internet, antenas, entre otros, para así estar al tanto de las amenazas con los habitantes de la reserva”, acotó. Seguidamente, recalcó su compromiso a favor del medio ambiente.

¿Qué otra buena noticia recibió esta reserva también en este mes de diciembre? El pasado lunes 19 se supo que el Banco de Desarrollo de Alemania entregará financiamiento al Sernanp y a los gobiernos regionales para fortalecer la conservación de un corredor biológico de más de 9.5 millones de hectáreas de ANP del bioma amazónico. La iniciativa comprende a la RC Machigenga.