UCAYALI. Detrás de un buen producto hay una historia de vida. Doña Ishuca es una marca de chocolate que se forja con dedicación y pasión. Este producto de cacao transmite su esencia de generación en generación en el corazón de Aguaytía, provincia de Padre Abad, región Ucayali.

Isolina Merino se destacó como emprendedora al llevar la tradición chocolatera de su familia a nuevos mercados. Sus familiares fueron pioneras al apostar por el cacao. Además, fueron de los primeros pobladores de Aguaytía.

Vida de Isolina

Desde su infancia, Isolina estuvo inmersa en la cultura chocolatera, ya que sus padres cultivaban y procesaban el grano. “Nosotros tenemos una cultura cacaotera, chocolatera desde muy pequeños. Mis padres siempre han sembrado y procesado cacao para vender y alimentarnos”, compartió la emprendedora.

Este exitoso emprendimiento está compuesto por familiares, incluyendo sobrinos, hijos y hermanos. Para Isolina, la transmisión de esta cultura chocolatera es esencial y aspira a que perdure de generación en generación.

Historia de la marca de chocolate de Ucayali

Luego de vivir unos años en Lima, Isolina regresó a Aguaytía y vio una oportunidad de negocio en la venta de chocolates. Comenzó procesando de manera casera, pero con el tiempo su empeño la llevó a mejorar y expandir su producción.

Ella adquirió equipos y buscó el apoyo de instituciones dedicadas a promover el cultivo de cacao. “Tuvimos que actualizarnos y ahora estamos en un proceso avanzado de tener un chocolate de calidad. Con el sabor y el aroma que exige el mercado”, añadió con orgullo.

En 2014, la organización se estableció formalmente como la Asociación Agroindustrial y de Servicios Doña Ishuca. De esta forma, iniciaron la comercialización de pasta de cacao destinada para chocolate en taza y polvo de cacao. Estos productos cuentan con presentaciones de 250 gramos, 500 gramos y 1 kilo.

Comercialización de sus productos

“Nuestros productos los comercializamos a nivel regional y nacional. Pero, nuestro objetivo es exportar nuestros chocolates a otros países”, destacó Isolina.

Pese a las dificultades para obtener maquinaria e inversión, Isolina y su equipo accedieron a proyectos del Estado. Esto les ha permitido alcanzar calidad para competir en el mercado del chocolate.

La historia de Isolina es un ejemplo de cómo la tradición familiar y la pasión pueden transformarse en una empresa sostenible y próspera. Su dedicación a preservar y mejorar la cultura chocolatera no solo beneficia a su comunidad. Sino, también contribuye al desarrollo económico de la región ucayalina.